La soledad de los middle managers: el peso invisible de liderar desde el medio
Descubre la realidad de la soledad en los middle managers, un rol clave dentro del liderazgo intermedio que enfrenta altos niveles de estrés laboral y desgaste emocional. Analizamos las causas de esta presión invisible, sus consecuencias en la salud y el rendimiento, y cómo el coaching para managers puede ser una solución transformadora para recuperar equilibrio, motivación y claridad en la gestión.
Mikel Zappala
9/8/20254 min leer


El lugar intermedio que casi nadie ve
En la mayoría de las organizaciones, los directivos intermedios, conocidos como middle managers, viven en un espacio ambiguo. No son la alta dirección que define la visión estratégica de la compañía, ni tampoco forman parte de los equipos operativos que ejecutan las tareas del día a día. Están en un punto de equilibrio frágil: responsables de traducir las grandes decisiones en acciones concretas y, al mismo tiempo, de sostener la motivación y la cohesión de quienes dependen de ellos.
Ese papel de bisagra, aparentemente lógico en el organigrama, encierra un coste emocional que pocas veces se reconoce: la soledad. Una soledad que no siempre significa estar físicamente aislado, sino sentirse incomprendido, atrapado entre dos mundos y cargado con responsabilidades que no terminan de pertenecerle del todo.
La paradoja de liderar desde el medio
El middle manager recibe instrucciones de arriba que debe ejecutar con precisión, aunque muchas veces no comparte totalmente la estrategia ni tiene margen de maniobra para adaptarla. A la vez, debe cuidar a su equipo, escuchar sus preocupaciones, gestionar sus conflictos y defender sus necesidades frente a una dirección que no siempre muestra sensibilidad. Vive en una paradoja constante: exigir resultados a sus colaboradores mientras pide paciencia y flexibilidad hacia decisiones que él mismo no controla.
Este desajuste genera una tensión interna profunda. El manager intermedio siente que debe dar la cara en todas las direcciones, pero rara vez encuentra un espacio donde mostrar sus propias dudas. Su rol se convierte en una especie de armadura que lo protege hacia fuera, mientras por dentro experimenta inseguridad, ansiedad o incluso desgaste.
El silencio como compañero
La soledad de los middle managers también se expresa en la falta de confidencia. La alta dirección espera lealtad y firmeza; los equipos esperan seguridad y apoyo. ¿Dónde queda el espacio para expresar la vulnerabilidad? Muchas veces no lo hay. El resultado es un silencio que erosiona poco a poco la confianza en uno mismo y que aumenta la distancia con los demás.
En este punto surge el riesgo de la desconexión emocional: managers que cumplen con las métricas, que coordinan procesos y entregan resultados, pero que se sienten profundamente vacíos. Este vacío no se ve en los reportes trimestrales, pero afecta a la calidad del liderazgo, a la empatía con los colaboradores y, en última instancia, a la salud mental del propio directivo.
El costo invisible: desgaste y somatización
Estudios recientes señalan que los middle managers son uno de los grupos profesionales con mayores niveles de estrés laboral. No es casualidad. Están sometidos a presiones ascendentes y descendentes, pero cuentan con un bajo grado de autonomía real. La consecuencia es el burnout, esa fatiga emocional y física que no solo disminuye la productividad, sino que impacta en la vida personal.
No es raro que este desgaste se traduzca en síntomas físicos: insomnio, problemas digestivos, dolores musculares o una sensación constante de cansancio. El cuerpo empieza a hablar lo que la mente calla. Esta somatización es el reflejo de la soledad mal gestionada, del esfuerzo de sostener una posición que parece fuerte hacia fuera, pero frágil por dentro.
¿Qué hace diferente esta soledad?
La soledad del middle manager es distinta de la que viven otros roles en la organización. No es la soledad del emprendedor que carga con toda la responsabilidad de su proyecto, ni la del ejecutivo de alto nivel que toma decisiones estratégicas de gran impacto. Es una soledad en tensión: con demasiadas expectativas, con poco reconocimiento y con una sensación constante de estar en deuda tanto con los superiores como con los subordinados.
Esta particularidad convierte su experiencia en algo único: una soledad relacional. Rodeados de gente, inmersos en reuniones, correos y reportes, pero sin un verdadero espacio de autenticidad donde sentirse acompañados y comprendidos.
Estrategias para acompañar esa soledad
No hay una receta mágica, pero sí existen caminos para gestionar de manera más sana esta experiencia. Una de ellas es cultivar una red de apoyo más allá del entorno laboral, donde el middle manager pueda expresar lo que siente sin miedo a juicios ni consecuencias profesionales. Otra es aprender a poner límites claros, entendiendo que no siempre se puede satisfacer a todos al mismo tiempo.
También resulta fundamental trabajar en la autoconciencia: reconocer las emociones propias, identificar las señales de estrés y atreverse a pedir ayuda cuando es necesario. Aquí entra en juego el coaching como un espacio privilegiado. El acompañamiento profesional permite que el directivo intermedio explore sus dilemas, recupere claridad y desarrolle recursos internos para sostener su rol sin perderse en él.
El valor del acompañamiento transpersonal
En mi experiencia de más de veinte años en el mundo corporativo, y hoy como coach transpersonal, he visto cómo los middle managers se benefician de un espacio donde se reconoce no solo su rol profesional, sino también su dimensión humana. El coaching transpersonal ayuda a mirar más allá de las etiquetas y a comprender que detrás de cada liderazgo hay una persona con necesidades, emociones y un propósito de vida.
Este enfoque no busca únicamente mejorar el desempeño laboral, sino recuperar el equilibrio interno, encontrar sentido en la función que se desempeña y transformar la soledad en un camino de autoconocimiento. Porque cuando un líder intermedio aprende a acompañarse a sí mismo, su manera de acompañar a los demás también cambia.
Una reflexión abierta
La soledad de los middle managers no es un problema individual, sino una cuestión estructural que atraviesa a las organizaciones modernas. Aceptar su existencia es el primer paso para abrir espacios de diálogo más honestos. Comprenderla ayuda a generar culturas corporativas más humanas, donde se valore el papel fundamental de estos líderes intermedios.
La pregunta queda abierta: ¿cómo puede cada organización y cada persona en un rol de liderazgo intermedio transformar esa soledad en una oportunidad de crecimiento? No hay una respuesta única, pero el simple hecho de poner el tema sobre la mesa ya es un avance hacia un entorno laboral más consciente y equilibrado.